Análisis Funcional. Autores: Adolfo Castilla y José María González de Álamo
Este post, que es continuación directa del anterior, se dedica a seguir explicando el fenómeno de las Páginas Web y las Plataformas Digitales. Intentamos concluir con algunas ideas sobre la creación y programación de estos instrumentos digitales, pero antes de ello se ha considerado necesario revisar la historia que nos ha traído hasta aquí, aunque sea muy someramente.
El motivo ha sido muy elemental: recorrer el camino de nuestra interrelación con los ordenadores y la programación necesaria para ello. Actividad que no es otra cosa que crear las instrucciones para que los ordenadores calculen o hagan lo que nosotros deseamos. Una tarea inicialmente muy centralizada y especializada, en manos de profesionales, que hoy se ha generalizado y descentralizado, aunque siga habiendo profesionales, como es lógico.
(Imagen de arriba, Sierra de la Demanda, Burgos)
Algo de historia
Los años 60 y 70 del siglo pasado fueron los de la programación informática tradicional en las empresas. Todas las compañías a partir de un determinado tamaño tenían su ordenador propio, o centro de cálculo, y su equipo de analistas funcionales, analistas orgánicos, programadores y otros profesionales, que se ocupaban de poner en el ordenador todas las aplicaciones relativas a las distintas áreas de actividad de la empresa.
Una empresa de automóviles, por ejemplo, necesitaba disponer de la lista de todas las piezas y subconjutos existentes en cada modelo de vehículo. Lista que podía estar compuesta por miles de referencias. Se necesitaban fichas detalladas de todas ellas con los números apropiados, el material del que estaban formadas, su destino en el vehículo en cuestión y muchas cosas más. Las piezas podían cambiar con el tiempo, así como el número de las mismas, y era un reto informático disponer de una lista actualizada en todo momento.
Era también muy importante lo que algunas empresas llamaban Inventario Permanente de piezas, es decir, el seguimiento de todas las cantidades de piezas que entraban en una factoría para la producción de vehículos, distinguiendo si se encontraban en los almacenes de piezas brutas, en los talleres en proceso de fabricación, en los almacenes de piezas terminadas, o en el montaje de productos terminados. Estos últimos productos, por ejemplo, automóviles, eran asimismo seguidos en ordenador, con frecuencia hasta su desguace.
Por no hablar, claro está, de la informatización de la contabilidad, las ventas, las compras, la gestión del personal y muchas actividades más.
Aplicaciones en ordenador
A todas las unidades que se concebían separadamente se las llamaba aplicaciones y la forma normal de informatizarlas era: identificarlas, definir su función y sus objetivos, determinar los datos de entrada, identificar los cálculos y procesos informáticos que tendría que llevar a cabo el ordenador, establecer las relaciones con otras aplicaciones y determinar la información de salida que tendrían que producir,
Existían tres claras tareas en una aplicación en ordenador: el análisis funcional, el análisis orgánico y la programación.
Una gran empresa disponía de un departamento central de Informática, de un centro de cálculo formado por lo que entonces se llamaban ordenadores mainframes y por un conjunto de profesionales que en general eran de cuatro tipos: analistas funcionales, analistas orgánicos, programadores y operadores.
No hay que olvidar al respecto que hasta prácticamente finales de los 70 del siglo pasado e, incluso en los años 80, se utilizaron las tarjetas perforadas, tanto para la introducción de las instrucciones de un programa de ordenador, como para la entrada de datos. Más adelante se utilizaron cintas y posteriormente medios magnéticos y ópticos.
La labor de los ordenadores estuvo muy centralizada hasta el final de los años 70 y solían existir analistas funcionales en el departamento central de Informática y en las distintas direcciones operacionales. Si hablamos de la dirección de producción, a la que hemos hecho referencia anteriormente al mencionar el Inventario Permanente de piezas, era lógico que hubiera analistas funcionales en dicha dirección, los cuales establecían, con conocimiento de causa próximo, lo que necesitaban en una actividad precisa. Con frecuencia, disponían de la ayuda de analistas funcionales más cualificados, procedentes del departamento de Informática
Lenguajes de programación
Los análisis funcionales, que eran descripción detallada de lo que tenía que incluirse en una aplicación, pasaban después a los analistas orgánicos, los cuales hacían su labor en forma de diagramas de flujo y árboles lógicos, indicando los elementos a programar y las distintas unidades de programación, o programas, que requería una aplicación. Los programadores llevaban a cabo su labor a continuación empleando alguno de los lenguajes de ordenador existentes.
Desde el punto de vista histórico los lenguajes de tipo general más conocidos han sido los siguientes:
El más popular en las empresas durante años fue COBOL.
Una breve revisión del nacimiento y crecimiento de las redes de comunicación
Las cosas han ido deprisa, como se sabe, en el terreno de la Informática, primero, y en el de la Digitalización, después. El ordenador personal (PC) se introdujo en el mercado en 1977 y se difundió rápidamente en las empresas y en la sociedad. Informáticos, a partir de un determinado momento, fuimos todos, y muchas empresas tuvieron problemas para pasar de una Informática centralizada a una Informática personal y descentralizada. Hubo empresas, de hecho, en las que los departamentos centrales de Informática prohibieron el uso de PCs.
Vano intento de luchar contra la tecnología, ya que muy pronto, además, surgieron otros cambios todavía más radicales. Fueron la transmisión de datos a través de las líneas telefónicas, un avance alrededor del que se produjo la Tercera Revolución Industrial.
El primer módem permitiendo está actividad fue construido en 1958 en los Laboratorios Bell. En 1962 se inician las primeras investigaciones en relación con la creación de una red de interconexión de ordenadores por parte de ARPA, una agencia del ministerio estadounidense de defensa. En 1967 se organiza la primera conferencia sobre ARPANET, red que conectaba entonces los ordenadores de cuatro conocidas universidades americanas. Pronto se dio acceso a otras universidades internacionales y en 1969 lo que más adelante se llamaría Internet se abre al público.
En 1981 se crea el protocolo TCP/IP (Protocolo de control de transmisión/Protocolo de Internet) y se introduce la palabra «Internet». En 1991 se anuncia públicamente la World Wide Web (WWW) y para 1992 había ya más de un millón de ordenadores interconectados en el mundo. En 1998 nace Google y en el 2004 nace Facebook, alcanzando Internet para el 2005 los 1000 millones de usuarios.
Telefonía móvil celular, mensajería instantánea y plataformas
La telefonía móvil que era antigua, empezando por ser analógica, se hizo digital en los 90 y para el 2007 se popularizó la web móvil con la entrada en el mercado del IPhone. En el 2009 nace la mensajería instantánea, fácil y barata, de la mano WhatsApp.
Posteriormente a esa fecha y muy especialmente a lo largo de la siguiente década, es cuando surge la Cuarta Revolución Industrial, la cual lleva consigo la digitalización y transformación digital del mundo.
Hay muchos elementos de esa nueva y última revolución y a ellos nos referiremos en el próximo post, adelantando que una parte sustancial de la misma pivota alrededor de las plataformas digitales y de lo que se llama “economía de las plataformas”
Sobre todos estos temas hay infinidad de publicaciones y muy buena información en la propia Internet, con particular referencia a Wikipedia. Pueden verse al respecto, Historia de Internet y Teléfono Móvil.
En el próximo post abordaremos en particular la creación y programación de Paginas Web, actividad que sigue necesitando profesionales, pero que cada vez está más en las manos de individuos aislados de todo tipo. Si en un momento determinado todos nos hicimos informáticos, como hemos dicho, en otro momento todos nos hicimos, o nos estamos haciendo, digitales.
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