Desarrollo Digital. Autores: Adolfo Castilla y José María González de Álamo
La revolución digital en la que estamos, omnipresente y pervasiva, transformará totalmente nuestras sociedades. Lo lógico es pensar que contribuya de forma destacada al desarrollo económico, social y personal de todos los países y muy deseablemente que lleve a mayores niveles de bienestar, como en parte ha ocurrido con otras revoluciones tecnológicas. Dedicamos este post a dar algunas ideas sobre el desarrollo digital y su contribución a la creación de oportunidades y a la construcción de un futuro mejor para todo el mundo. Para ello conectamos con la labor llevada a cabo a principios de septiembre pasado en Covarrubias y en el Palacio de Saldañuela, en la provincia de Burgos, por 14 grupos de trabajo formados por estudiantes de la Universidad Francisco de Vitoria, profesores y expertos, así como miembros de El Valle Digital y responsable de la empresa Innovation Wars. Todo giró alrededor de las 14 plataformas digitales actualmente planteadas en el proyecto El Valle Digital, las cuales hay que considerar como los instrumentos básicos del desarrollo digital de la zona.
(Imagen de arriba, Valle de Ordesa y Monte Perdido)
Las plataformas digitales comunitarias en el mundo rural
Es oportuno seguir hablando sobre el desarrollo de la tecnología digital en el mundo rural con especial atención a lo que llamamos “Valle Digital Sierra de la Demanda” o, más abreviadamente, “El Valle Digital”. Lo hacemos en este blog ubicado en la Página Web de este proyecto y somos conscientes de las redundancias en las que incurrimos, aunque lo justificamos por la conveniencia de dejar todo muy claro.
Llamamos la atención de todos en cuanto a que entre las muchas actividades y desarrollos de El Valle Digital hemos llegado a la conclusión de que necesitamos lo que estamos llamando “Plataformas Digitales Comunitarias”, las cuales están ya planteadas en un total de 14 de ellas.
Recordamos, por otra parte, que los pasados días 8 y 9 de septiembre dedicamos dos días completos de trabajo a dichas plataformas con la colaboración de la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid. Más de 100 participantes entre estudiantes, profesores, expertos y miembros destacados del proyecto, habitantes de la zona, utilizamos la Inteligencia Artificial Colectiva de Innovation Wars/CiBUC para estudiar a fondo cómo concebir dichas plataformas, cuáles deben ser sus funciones, quienes serán sus participantes, qué servicios se deben ofrecer en ellas, quiénes serán sus clientes y otros aspectos relacionados con el modelo de negocio que debe haber detrás de cada una de ellas. En el blog hermano del presente alojado en la Web de CiBUC, estamos informando sobre los resultados de dicho ejercicio.
Creemos que el proyecto El Valle Digital para que se mantenga y dure en el tiempo, debe echar raíces económicas y combinar la labor del voluntariado y la iniciativa de los habitantes de la zona y allegados, con la de aportar valor añadido y crear riqueza. De ahí la preocupación por monetizar lo que ya está en marcha en la forma de las 14 plataformas mencionadas.
Desarrollo digital general y desarrollo digital rural
No se debe olvidar al respecto lo que ya hemos dicho en este blog en el sentido de que la economía digital es una economía de plataformas, es decir, una creación y difusión de plataformas digitales que sirvan para alojar datos, información, ideas, servicios y productos, sobre todo lo que la región posee y ofrece o sus habitantes puedan imaginar con vistas a ponerlo disposición del mundo en su conjunto. No olvidemos tampoco, lo que hemos indicado en varias ocasiones ya, en cuanto a que lo digital supone y lleva consigo la ruptura de todas las barreras y fronteras. El mundo se ha hecho global y los habitantes de los pueblos y villas de la Sierra de la Demanda deben ser conscientes de ello.
Se trata del desarrollo económico y social de la zona y para entenderlo debemos recordar lo que fue hace unos años el desarrollo industrial de muchas regiones del país. Se trataba entonces de atraer a empresas industriales de todo tipo, empezando por las empresas de automóviles y otras empresas manufactureras, las cuales creaban puestos de trabajo abundantes y aportaban valor de todo tipo.
Hoy, sin despreciar ningún desarrollo industrial o de otra clase, debemos pensar en el “desarrollo digital” y hablar en el caso que nos ocupa de “desarrollo digital rural”.
Algunos definen el desarrollo digital de una forma que a mí me parece algo antigua: “El desarrollo digital es el proceso que promueve la transición hacia la Sociedad del Conocimiento, mediante la innovación y la adopción de Tecnologías de Información y Comunicaciones”. Ver.
Definiciones sobre la sociedad a la que vamos
Los dos términos básicos de esta definición, “Sociedad del Conocimiento” y “Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC)”, en los que algunos trabajamos en su momento y contribuimos a su difusión, son, más bien, de los años 70 y 80 del siglo pasado. Son denominaciones ricas y muy queridas pero que teniendo en cuenta la velocidad de los cambios tecnológicos y de todo tipo de los tiempos actuales, no parecen las más adecuadas.
Están muy unidas a lo que se suele llamar la Tercera Revolución Industrial, relacionadas con la transmisión de datos a través de las redes telefónicas (conmutación de datos), difusión y uso del ordenador personal, difusión de Internet a partir de la introducción de la World Wide Web a principios de los 90 y aparición un poco más tarde de los smart phones (segunda mitad de los noventa).
La Cuarta Revolución Industrial en la que estamos, la revolución digital como nombre genérico, hace uso de todos esos elementos, pero es algo más. Comienza, por dar una fecha concreta, en 2016, y todavía están por definir con precisión lo elementos y los nombres que la definen. Es más adecuado, no obstante, y en mi propia opinión, hablar sólo de tecnologías digitales, de sociedad de la inteligencia o smart society, de la economía de los datos y las plataformas, del Marketing digital y de componentes básicos como el Big Data, el Block Chain, la Industria 4.0, las smart cities y otros.
Impacto económico de lo digital
Pero, sin detenernos demasiado en temas de nombres y denominaciones, lo más importante es ligar la nueva revolución y el desarrollo digital a la transformación digital de la sociedad, al uso masivo de plataformas, a la hiper conectividad y a la creación de valor para los individuos y la sociedad en general a través de esos instrumentos.
Y, también saber que la participación de lo digital en la actividad productiva del mundo va aumentando de forma destacada. Aunque los datos actuales no son excesivamente fiables y a veces no se conocen muy bien las fuentes, en 2016 la economía digital mundial alcanzó un valor de 11,5 billones de dólares americanos, o sea 15,5 % del producto interno bruto (PIB) mundial, esperándose para antes del 2026 la cifra del 25 %.
Tendríamos que distinguir, por otra parte, entre desarrollo digital general y desarrollo digital rural. Sobre el primero añadiremos algo más en la primera parte del post siguiente a este, dedicando la segunda a decir algo sobre el desarrollo digital rural.
Desarrollo en general
El desarrollo ha estado siempre ligado al crecimiento económico y a su impacto general en la sociedad, creando, supuestamente, bienestar para todos.
La parte económica está ligada, en principio, a la combinación de capital y mano de obra, es decir, si montamos una planta de fabricación de placas solares en una determinada zona, por ejemplo, lo que hacemos es invertir capital en infraestructura, máquinas e instalaciones y al mismo tiempo utilizar mano de obra, local con mucha frecuencia. Capital y trabajo han sido históricamente los dos componentes fundamentales para crear actividad económica y riqueza.
Para poder poner esos dos elementos juntos y sobre todo para hacerlos funcionar a largo plazo se necesita disponer de tecnología, lo cual no es otra cosa que conocimientos relacionados con las artes industriales, o know how, como se dice en inglés, además, claro, de desarrollarla continuamente. Hoy se sabe, además, que hay otras dimensiones algo más cualitativas que también influyen en ese fenómeno de crear riqueza. Por ejemplo, lo que se conoce como “capital humano”, que no es otra cosa que la formación de las personas, su capacidad de trabajo, su disciplina, su disposición para trabajar en equipo y sus habilidades y capacidades diversas. Y, también, por supuesto, la capacidad de organización, realización y gestión en general.
Hay además facultades muy liadas a la inteligencia de los individuos como, la imaginación, la creatividad, la inventiva y la innovación, además de la iniciativa, el emprendimiento y la disposición a correr riesgo y cosechar fracasos, actitudes, estas últimas, imprescindibles para crear actividad económica y social.